En este artículo se desglosará el conocimiento del yo y sus respectivas subdivisiones.
Tuvimos la oportunidad de observar un video de un experimento en un ambiente controlado con niños de 15 a 18 meses. A estos se les presentó un carrito de compras de juguete con una manta atada de las dos ruedas traseras. Los niños fueron posicionados encima de esta y se les pidió que movieran el carrito en dirección recta, los infantes no pudieron identificar que eran ellos el por qué el carrito no se movía. Solo los de 18 meses o mas fueron capaces de realizar esta tarea, enrollando la manta o apartándose de ella para llegar a su destino. Con experimentos como este los científicos pudieron establecer que el autoreconocimiento se desarrolla en los niños a partir de los 18 meses.
Cuando hablamos de la auto conciencia nos referimos a la suma total de las creencias que tienen las personas sobre sí mismas, estas creencias denominadas autoesquemas, son las que guían el procesamiento de información individual y relevante para la persona.
La capacidad para vernos a nosotros mismos como entidades distintivas en el mundo constituye el primer paso indispensable para la evolución y el desarrollo del autoconcepto, el segundo paso son los factores sociales, las personas no adquieren su autoconcepto innatamente, surge de 5 distintas fuentes; la introspección, que es básicamente una búsqueda interna de nuestros pensamientos y sentimientos. La autopercepción, que se manifiesta cuando nos conocemos a nosotros mismos mediante la observación de nuestros propios comportamiento, existen las autopercepciones de emoción y de motivación. Otra fuente es la influencia de las personas, ya nos ayudan a definirnos. También están los recuerdos autobiográficos que son las recopilaciones de las secuencias de eventos, que han conformado nuestra vida y por último esta la influencia cultural que interviene en la manera que nos percibimos, evaluamos y nos presentamos a otros.
Al componente afectivo del yo se le llama autoestima que son las valoraciones positivas y negativas que hacemos sobre nosotros mismos. Algunas personas tienen el autoestima más alta que otras, un atributo que puede tener un profundo impacto en la manera en que piensan y sienten sobre sí mismas. Puede surgir la autodiscrepancia, cuando existe una incongruencia entre el autoconcepto (yo real) y los estándares personales o autoguías ( yo moral y yo ideal). Si la incompatibilidad surge, se experimentará una reducción de la autoestima, emociones negativas y en casos extremos, desórdenes afectivos de importancia.
Otro subtema importante es la autopresentación que es el proceso mediante el cual tratamos de encarar lo que los demás piensan de nosotros y lo que pensamos de nosotros mismos. Existen dos tipos de autopresentación que responden a motivaciones diferentes, la primera se llama la autopresentación estratégica que consiste en nuestros esfuerzos por dar vida a las impresiones ajenas de maneras específicas que nos permitan obtener influencias, poder, simpatía o aprobación. Este consta de dos subtemas, el primero es el de congraciamiento, un término utilizado para describir aquellas acciones motivadas y el deseo de llevarse bien con los demás y ser simpático, el otro es la autopromoción que es hacer saber a las otras personas las acciones productivas y buenas en tu vida, por el deseo de tomar la delantera y ganarse el respeto por la competencia.
En contraste con la autopresentación estratégica y con esta, presentamos el segundo tipo de autopresentación, la autoverificación, es el deseo de que los demás nos perciban en la misma forma en que nosotros lo hacemos.